De Burgos a Paris: dos horas de avión.

“Diario de viaje de un siburita”.

El inicio de la actividad del aeropuerto de Burgos ha supuesto la conexión de Burgos con otras ciudades españolas y también europeas. La línea que conecta Burgos con París es muy atractiva; además, vía Barcelona, se puede viajar a otras ciudades de Europa…

8: 00 Jueves. Llegamos al aeropuerto de Villafría. En menos de una hora, mi mujer y yo íbamos a coger un avión directo Burgos-París. Era la primera vez que viajamos en avión desde Burgos. Cuando empezaron los vuelos, no me lo podía creer. ¡Ahora podíamos viajar a Europa sin tener que ir a otras ciudades! La excusa era perfecta: un viaje a París aplazado siempre por la falta de tiempo, el trabajo…Un fin de semana romántico aunque pudiera parecer cursi.

8: 25 Estoy acostumbrado a llegar con mucho tiempo de antelación a los aeropuertos. Se pierde un tiempo precioso y, luego, si el avión sale con retraso…Llegas tarde a la reunión de trabajo. Qué ventaja no tener que esperar tanto tiempo para facturar el equipaje.

8:55 El avión estaba a punto de despegar. Estábamos expectantes. Pensando un poco las cosas, viajar desde Burgos tiene sus ventajas. En menos de lo que se puede imaginar, alrededor de dos horas, te presentas en París.

9:30 El vuelo no tuvo incidencias. Mi mujer, supongo que por lo temprano del viaje, se quedó dormida. Yo me dediqué a disfrutar del viaje sin pensar ni en el trabajo ni en que el lunes iba a llegar demasiado pronto.

10: 40 Llegamos al aeropuerto de París-Orly. El vuelo había ido muy bien. Recogimos el equipaje y fuimos hacia el hotel. Por delante teníamos tres días para disfrutar de la Ciudad de la Luz.

Así comienzó el viaje que nos llevó a descubrir una ciudad, París, que, hasta entonces, no habíamos tenido oportunidad de conocer. Habíamos pasado de estar en el Espolón después del trabajo a encontrarnos paseando por los Campos Eliseos, disfrutando de una ciudad cosmopolita que sorprende con cada mirada.

Nos habíamos traído una guía de viaje de París e intentamos ver todo lo que nos sugería, pero, nos faltó tiempo para verlo todo.

Hicimos las típicas visitas obligadas al Louvre, donde la sonrisa misteriosa de la Gioconda nos estaba esperando; aunque pueda parecer un típico tópico, nos impresionó. Nôtre Dame y el Arco del Triunfo también fueron nuestros particulares lugares de peregrinación. Nos habían aconsejado que no dejáramos de ver, de cerca, la Torre Eiffel iluminada por la noche. Es un verdadero espectáculo y lo mismo estaban pensando los cientos de personas que, como nosotros, se encontraban con la boca abierta ante el espectáculo. La noche del viernes cenamos en el Lido y aprovechamos la ocasión para ver un espectáculo de revista de los que sólo se pueden ver en París. Podríamos haber cenado en Maxim´s pero es imposible comer allí si no tienes contactos o una reserva de años.

El sábado, ya más tranquilos, fuimos hasta el barrio de Montmatre. Visitamos este barrio que nos sorprendió desde que lo pisamos. Nos habían hablado tan bien del Sagrado Corazón y su majestuosidad que no pudimos dejar de visitar este lugar que, desde luego, ofrece una visión diferente de París. Una vez allí, respiramos arte por cada esquina, no me extraña que Toulouse Lautrec encontrara en estas calles su sitio y en el Moulin Rouge, su casa. También me evocaron el recuerdo de Modigliani arrastrándose y muriendo de hambre y desesperación en la película “Los Amantes de Montparnase”. También recordé a Picasso y su exilio parisino y, sin querer, se asomaron a mi mente también los recuerdos de Van Gogh, Monet y Manet, a todos ellos los relaciono con esta maravillosa ciudad.

En el próximo viaje a París, podríamos plantearnos hacer un recorrido por los lugares que fueron inspiración de los grandes pintores o recorrer las calles que enseñó Truffaut en la película “Los 400 golpes”.

El tiempo pasó volando en esta ciudad. Nos faltaron días para instruirnos con la cultura parisina, pero lo que no dejamos de lado fue su gastronomía: queso, patés, baguettes, vino y, por supuesto, caracoles. París tiene una gran tradición gastronómica basada, en parte, en estos moluscos. Fuimos al restaurante que nos habían recomendado: L´Escargot Montergueil y no nos decepcionó. No somos muy amigos de los caracoles, pero la salsa de mantequilla de ajo con la que los acompañan nos pareció espectacular. Estando en París, no podíamos dejar de comprar queso Camembert, Gruyere y Roquefort. Quien vaya a París y no compre los mejores quesos y patés franceses, seguro que no ha aprovechado bien el viaje. Nos acercamos hasta la que dicen es la mejor tienda de quesos de París: Alléose, un verdadero placer para los sentidos; pero quien quiera el mejor Roquefort tiene que acercarse hasta Batthelemy en la Rue de Grenelle. El viaje llegó a su fin. Nos quedaron muchas cosas que ver y probar. No pudimos visitar las catacumbas de la ciudad, ni el centro Pompidou, ni comer en su restaurante desde cuya terraza se pueden ver las mejores vistas de París. Tampoco pudimos ir al cementerio de Pére Lachaise donde descansan para la eternidad Jim Morrison o Ives Montand, Balzac o Chopin. Estas visitas quedan pendientes para la próxima ocasión. Con estos vuelos directos, nos podemos escapar más veces.

9:30 de la mañana. Domingo. Llegamos al aeropuerto de París-Orly. Teníamos que facturar el equipaje. Fue un fin de semana fantástico.

11:30 de la mañana. Domingo. Despegó el avión con destino Burgos. En menos de dos horas llegamos a Villafría. De ahí, el coche y a casa. Después de comprobar las ventajas que ofrece viajar desde Burgos en avión, seguro que la próxima escapada la hacemos a Londres o, quién sabe, tal vez a Nueva York o a la Costa Azul, aunque tenemos pendiente volver a París.