José Ignacio Rojo.

Una carrera basada en el trabajo y el aprendizaje constante.

La casualidad ha marcado buena parte de la vida profesional de José Ignacio Rojo. Por casualidad entró en el mundo de la gastronomía una vez que abandonó sus estudios de delineación y, también por azares del destino, comenzó a competir en concursos gastronómicos, el último le ha llevado a ser campeón de Castilla y León en el certamen de cocinero del año 2010.

Sus primeros pasos en la gastronomía los dio como pinche de cocina en Casa Ojeda. Tras pelar muchos kilos de patatas y limpiar todo lo que los cocineros le solicitaban, la inquietud, una virtud innata en José Ignacio, le llevó a ser ayudante y a ir aprendiendo de todo lo que veía. Su evolución natural le ha llevado a cambiar de restaurante conforme iba quemando etapas pero siempre para mejorar.

Fue en sus primeros años como profesional cuando empezó a conocer el mundo de los concursos. “Estaba en la feria del Gourmet y un día, por casualidad, vi que se celebraba el concurso nacional de cocineros” explica José Ignacio, observó lo que hacían y se puso un objetivo: “Llegar a ser como ellos”. José Ignacio no cejó en su empeño, siguió formándose con los mejores y participando en concursos logrando muy buenos resultados como ser finalista del Campeonato de España del Concurso Cocinero del Año en 2010, tercer clasificado en el Campeonato de España de Bocadillos de Autor, también en el año 2010 tercer clasificado en el Campeonato regional de cocineros de Castilla y León para el Bocuse D`Or en el año 2008, tercero en el campeonato Cocinero del Año 2007, Trucha de Plata en león 2008, y 2010, y también, Mejor Plato libre en León 2007. Pero, ¿En qué se inspira este cocinero para participar en los concursos?. Principalmente en el producto que va a servir de base para su plato; la textura y los sabores destilan ideas que va componiendo de forma compleja hasta llegar, incluso, a recrear paisajes como el de la Sierra de la Demanda.

La evolución en su cocina se ha producido paso a paso. Son muchos años ya entre fogones y mucho aprendizaje adquirido con Carlos Cidón y en diferentes congresos y cursos. Se define como un cocinero al que le gusta complicarse la vida y, en la carta de La Galería donde trabaja actualmente, se pueden encontrar platos sencillos: “Los de toda la vida”, con otros más elaborados como las delicias de solomillo con consomé de oro o el carpaccio de Kobe. Pese a la complejidad que él asegura practicar, el producto que más gusta a este cocinero es el boletus edulis y junto a éste, los despieces del lechazo; todos ellos “productos humildes elevados a la máxima potencia”.

José Ignacio define su cocina como tradicional aunque le gusta jugar mucho con los sentidos y hacer partícipe al cliente de este juego.

Bebe de diferentes fuentes pero tiene como referencia a Pedro Subijana, Ferràn Adriá, Quique Dacosta, Andoni Luis y Martín Berasategui. La cocina no sólo es su profesión sino también forma parte de sus aficiones y, en su tiempo libre, se dedica a investigar sobre cómo elaborar aceites y vinagres con plantas y semillas que él mismo cultiva.

José Ignacio coincide con otras muchas opiniones que aseguran que la cocina de Burgos está viviendo su mejor momento: “Se está montando una pequeña revolución” entre los cocineros jóvenes. “Hay cocineros en Burgos con ganas de apostar por hacer cosas diferentes y creo que la gente de Burgos se está contagiando de esta nueva cocina y le gusta”. Un mayor apoyo institucional, no sólo al producto, sino también al profesional que lo elabora y transforma sería el punto perfecto para que la gastronomía burgalesa ocupara su justo y merecido puesto como una de las mejores de España.

José Ignacio ha ido logrando objetivos a lo largo de su vida profesional. Ha escalado puestos entre fogones, de pinche a jefe de carta, y en los concursos, de mero concursante a vencedor. Para él, lo máximo sería conseguir una Estrella Michelín. Tiempo al tiempo.