Luis Cardedo Ojeda.

Toda una vida dedicada a la hostelería.

A lo largo de los cuarenta y tres años que Luis lleva en la gerencia del restaurante han pasado miles de clientes que han cambiado pero todos han tenido una característica en común “siempre son exigentes con lo que comen.

En el año 1912, Casilda, una mujer trabajadora y muy buena cocinera, puso la semilla de lo que, casi un siglo después, se ha convertido en un referente gastronómico de la ciudad de Burgos. El trabajo de la abuela Casilda comenzó en un ventorro en el barrio de Villargamar, más tarde, trasladó al negocio a una taberna que llamó Casa Ojeda en el mismo sitio en el que tenemos hoy este restaurante. Varias generaciones de la misma familia han conseguido que este local haya llegado hasta el año 2010 siendo más que un restaurante de referencia obligada en Burgos y convirtiéndose en un grupo empresarial que cuenta con cerca de doscientos trabajadores.

Venancio y Tirso Ojeda, hijos de Casilda, regentaron el negocio familiar hasta que los primos Leonardo y Luis Carcedo Ojeda, decidieron hacerse cargo del restaurante familiar. Corría el año 1966 cuando los dos primos iniciaron un aventura que comenzó con obras para adaptar el local a las nuevas necesidades del mercado. En el mes de julio de 1967, Casa Ojeda abría de nuevo sus puertas con aires renovados pero manteniendo las características que habían marcado el buen funcionamiento en las etapas anteriores: calidad en el producto, en la cocina y en el servicio. En el año 1987, coincidiendo con el 75 aniversario, el restaurante se completó con la tienda delicatessen y la cervecería.

Luis Carcedo es ahora la cara visible de Casa Ojeda, un hombre con muchos años de trabajo a su espalda y que recuerda que su primer contacto con el negocio familiar fue desde bien pequeñito: “ En la época de mis tíos, si sacábamos buenas notas, mi madre, de premio, nos mandaba el fin de semana a subir y bajar platos por la escalera de caracol porque nos encantaba”. Hoy esa escalera ha desaparecido, no así la ilusión de Luis por un negocio familiar al que ha visto crecer de forma paralela a la ciudad. También ha asistido a los cambios en el mundo de la gastronomía; Casa Ojeda no ha sido ajena a estos vaivenes aunque siempre se va a encontrar buena cocina, en este caso, cocina tradicional evolucionada. Ojeda es más que buen lechazo asado o sopa castellana, es una multitud de platos y sabores tradicionales y renovados que aúnan sabor añejo y modernidad.

El secreto del éxito conseguido a lo largo de estos años Luis Carcedo lo resume en una máxima: trabajo, calidad y saber rodearse de buenos colaboradores para ir tejiendo día a día el negocio. Los reconocimientos y premios que ha recibido Casa Ojeda han sido muchos y variados a lo largo de los años pero “lo verdaderamente importante es la calificación que te dan los clientes y el gran público” asegura Luis que destaca como necesaria la labor de los críticos para favorecer la calidad de estos negocios.

A lo largo de estos años, desde la situación privilegiada de Casa Ojeda, en el centro de la ciudad, han asistido a los cambios físicos de Burgos como la desaparición del Cine Avenida y el nacimiento del Complejo de la Evolución Humana en el antiguo Solar de Caballería. Luis Carcedo asegura que la ciudad tiene buenas infraestructuras de hostelería para acoger a los visitantes aunque añade que: “La iniciativa privada ha ido por delante de la iniciativa pública en el tema turístico” y, entre bromas y veras, indica que: “Burgos es una gran ciudad pero con quince años de retraso”. Dentro de esos quince años, una nueva generación familiar regentará Casa Ojeda que seguirá contemplando el devenir de la ciudad y Luis, a lo mejor ya jubilado, verá cómo su ciudad se ha convertido en grande.