Arlanza, potencial de grandes vinos.
Sección vinos con Alma de Paco Berciano.
Una zona difícil desde el punto de vista climático, con suelos de gran potencial capaces, en los buenos años, de transmitir a los vinos una marcada personalidad.


Durante años conocida como Ribera del Arlanza y ahora despojada, por eso de la burocracia, de la palabra ribera, es una de las últimas Denominaciones de Origen de Castilla y León, la segunda que tienen los viñedos burgaleses y la única de Palencia.
Es una larga franja que se extiende desde la Sierra de Covarrubias hasta los Páramos del Cerrato. Son en total 67 pueblos, de los que 54 están en Burgos y el resto en Palencia, con poco más de 400 hectáreas.
Puntos culminantes de esta franja son Covarrubias, Lerma y Santa María del Campo. Lugares donde se mezclan el arte, el paisaje, la historia y el vino. Destacar también la cercana ermita de Santa María en Quintanilla de las Viñas del siglo VII, con sus racimos y zarcillos. Aquí también reina la Tempranillo, con un 95%, aunque en las nuevas plantaciones aparecen, como no, otras variedades francesas.
Si las condiciones climáticas de la Ribera del Duero son duras, en el Arlanza todavía son más extremas, con las heladas como el enemigo a temer todos los años. La temperatura media se sitúa en el límite en el que se desarrolla el viñedo, por eso la búsqueda de laderas con buena insolación es esencial.
Un clima extremo, unos suelos extraordinarios y laderas bien orientadas son los secretos de una zona difícil, que en los mejores años puede dar vinos capaces de situarse entre los más grandes de nuestro país.
Pero todo está por hacer. El viejo viñedo ha sido en muchas ocasiones abandonado, sustituido por lo cerezos o simplemente se ha dejado morir. Las pocas cepas que han sobrevivido en muchos casos han estado mal cuidadas, sin exigirles calidad y dejadas a su aire.
Sobreviven pequeños majuelos de uvas excepcionales, que durante años han mantenido con mimo auténticos viticultores, que las conocen a la perfección. Hay algún bodeguero, como Juan José Lázaro y su Arbil, que ha conseguido juntar una parte de estos minúsculos majuelos y que con ellos pretende hacer un gran vino, todavía está en los primeros pasos, pero tiene la base para hacerlo.
En las nuevas plantaciones hay de todo, con alguna bodega que lo ha hecho bien, pero me temo, otra vez, que hay más errores que aciertos. No se ha partido de las viejas cepas perfectamente adaptadas y se han comprado clones de fuera de la zona, en general sin demasiado criterio.
Una zona difícil desde el punto de vista climático, con suelos de gran potencial capaces, en los buenos años, de transmitir a los vinos una marcada personalidad. Estoy convencido que aquí hay posibilidades para hacer vinos de los más grandes y me gustaría que dentro de poco podamos disfrutar del gran vino del Arlanza. Posibilidades existen, condiciones se dan, pero, de momento, aún estamos en el camino.