Tocar, oler, morder y saborear.

Diario de viaje de un sibarita por Xisco Regué Balaguer.

Tocar, oler, morder y saborear es el lema de las vallas publicitarias que utiliza el Govern de les Illes Balears para promocionar los productos de esta tierra. Una invitación muy sugerente para quienes se acerquen hasta esta isla…

La isla de Mallorca es un destino turístico europeo de primer orden. A ella acuden, desde el norte, millones de ciudadanos europeos para recompensarse de meses de trabajo, con unos días de vacaciones, en una isla de reconocida solvencia turística y a escasas horas de viaje de sus orígenes. En esos escasos días de asueto, el turista busca normalmente el descanso, la relajación en alguna de las playas y alojamientos hoteleros y la oferta turística complementaria: restaurantes y locales de ocio para él y su familia y, además esas visitas organizadas que facilitan los tour-operadores a sus clientes.

El verde de las pequeñas uvas y hojas en las vides y el olor a tierra calcárea, las fragancias a trasiego de caldos en las bodegas; los fogones de los hogares en los tranquilos pueblitos; las mesas servidas en terrazas, con los comensales dispuestos a degustar una amplia variedad de platos; son sensaciones que se puede encontrar el visitante al llegar a Mallorca. Los rincones, ese lugar especial del que nos hemos enamorado porque lo hemos hecho nuestro, el transcurrir entre la gente en los mercados y disfrutar de sus tradiciones son algunas de las oportunidades del viajero y, visitando Mallorca, también se puede ser un viajero que regresa con la maleta llena de estos recuerdos y sensaciones.

Palma es el centro político y administrativo de las islas. Una ciudad que reúne una multitud de posibilidades, en una superficie de dimensiones amplias, pero al alcance de cualquier paseo. Ésta es, quizás, una de las características que hacen de la visita a Palma una propuesta amable con una oferta cultural, comercial, histórica, panorámica o simplemente de paseo. Una experiencia que se hará viva a cada encuentro renovado. El Castillo de Bellver, con su planta circular, y Na Burguesa son puntos altos desde donde se divisan estupendas vistas de la ciudad. También las zonas turísticas de Cala Estància, Cala Gamba y la playa de Palma, repletas de terrazas para solaz de los visitantes, Es Portixol y El Molinar, los auténticos barrios pesqueros, con multitud de oportunidades para disfrutar de pescado y marisco fresco y un estupendo y atractivo acuario Palma Aquarium, son reclamos turísticos importantes.

El centro histórico merecería un capítulo aparte. Es quizás uno de los más grandes de Europa y congrega grandes monumentos de la arquitectura religiosa y civil, casas señoriales, museos y una amplia oferta comercial que aglutina desde las tiendas de productos específicos y autóctonos hasta las cadenas y comercios de marcas de élite internacionales. No hay que olvidar el Paseo Marítimo que siempre ofrece rincones lo suficientemente atractivos como para degustar cada espacio con delicadeza.

La gastronomía mallorquina sorprende en cada esquina: la langosta, la gamba, el cabracho, el pescado de roca, la sepia, el pez de San Pedro, las sardinas o la lampuga, l’aubergínia (berenjena), el pebre bord (pimentón) y les tomàtigues de ramellet (tomate con un sabor peculiar que antiguamente se conservaba en ramillete durante tiempo, cosido y colgado de una cuerda). Los aceites de Mallorca son de una delicadeza y una suavidad extraordinarias. En cuanto a repostería, nadie puede visitar la isla sin dejarse seducir por un bocado dulce de ensaimadas, de quartos o de crespells. Si preferís un bocado salado os remito a los cocarrois, las panades, o la coca de trempó que apetece a casi cualquier hora. No hay que olvidarse de la sobrasada: el embutido por excelencia que degustaréis mejor si empastáis un poco sobre una exquisita y crujiente galleta de aceite, que todo el mundo conoce como Quely, como si de un canapé se tratara.

La oferta en restauración de Mallorca es muy amplia y los grandes nombres de prestigio no faltan: Tomeu Caldentey del restaurante Es Molí d’en Bou en Sant Llorenç, el mediático Koldo Royo, Rafael Sánchez del restaurante Plat d’Or, en el Hotel Arabella Sheraton. Y por supuesto, los internacionales Josef Sauerschell de Es Racó d’Es Teix en Deià, Marc Fosh de Read’s en Santa Maria o Gerhard Schwaiger del Restaurante Tristán de Puerto Portals. Pero también hay nuevos valores en la cocina de la Isla como Santi Taura en Lloseta o Joan Josep Genestar Amengual en Alcúdia.

Esto sólo ha sido un pequeño aperitivo. En la próxima ocasión el viaje por la isla será mayor. Mallorca tiene siempre algo nuevo para ofrecer que sólo se descubre a cada nueva visita y sólo en la asiduidad se llega a querer a esta pequeña anfitriona del Mediterráneo.

¡Bienvenidos de nuevo!
Xisco Regué Balaguer